Lo sabemos, Italia no produce café… no tiene el clima necesario, pero tampoco Bélgica produce cacao y estamos de acuerdo en que no hay chocolate como el belga. No, lo que hace del café italiano algo especial es todo lo que viene después de la cosecha de los granos de café: la selección de los mejores granos, el tostado, la mezcla entre cafés de distintas procedencias y el proceso de molido y envasado. Se han pasado años perfeccionando este arte y como buenos artistas, han creado todo un relato que acompaña cada taza de café italiano que tomamos. La taza, la cantidad y calidad del agua, la espuma, el color, el aroma… y finalmente el gusto inigualable.
El café italiano por definición es el espresso, café preparado en una cafetera de agua a presión a 90ºC con el grano molido fino, en tazas de 50 ó 100 ml. Lo ideal es tomarlo rápido para aprovechar los aromas que despide la crema que se forma sobre el líquido. Un placer corto que puede debe ser acompañado de una buena compañía y conversación, ¡los italianos sí que saben de esto!